La sociedad va cambiando conforme pasa el tiempo y todo avanza, pero a veces estos avances pueden encontrarse con cierta resistencia por parte de algunos grupos concretos. El control sobre el pensamiento, sobre las leyes y el poder sigue siendo un tema muy controvertido en la sociedad occidental, allí donde la democracia parece imperar. El poder reside en el pueblo que elige a sus representantes políticos. Estos crean leyes que luego son aplicadas por los jueces. Y en momentos como el actual, donde estas leyes pueden causar mucha polémica, al verse enfrentadas a los postulados tradicionales, se necesita de mucha fuerza para resistir. Países en los que se han aprobado leyes a favor del aborto, la eutanasia o el matrimonio igualitario han tenido que pasar por esa fase de choque cultural. No todo está preparado para este tipo de temas que llevan tantos años siendo un tabú. La transfobia también es uno de los problemas acuciantes de esta nueva realidad. Siempre lo ha sido, pero hasta hace no mucho la sociedad occidental parecía no querer afrontar la discusión acerca de este proceso.
Como si dejar pasar el problema, o echarlo a un lado, fuese a acabar por sí solo con el mismo. Por fortuna, las personas trans están ahora más visibilizadas en las sociedad en general, a pesar de que todavía hay muchos que se oponen a dicha representación. Bien por ideología, por desconocimiento o simplemente por considerar que este tipo de personas no merece un trato especial. Incluso en los países más avanzados culturalmente, con leyes que protegen los derechos de todos, esta cuestión se ha vuelto realmente espinosa. Muchas personas trans descubren que lo son cuando todavía son niños o adolescentes. ¿Tienen la potestad para decidir algo tan importante en sus vidas a esa edad? ¿Puede ser el rechazo de sus padres suficiente para impedirles comenzar con la transición siendo menores? Son cuestiones que se están estudiando y analizando, tanto desde el punto de vista legal como social, en muchas partes del mundo. El problema, sin embargo, va mucho más allá, con el rechazo generalizado que las personas trans reciben en cualquier entorno.
Discriminación hacia las personas trans
La discriminación consiste en dar un trato diferente a una persona por una condición concreta, ya sea su raza, su género, su clase social… En el caso de las personas transexuales, la discriminación se da precisamente por ese proceso de transformación que han vivido, rechazando en muchas ocasiones la sociedad a una persona que “quiere ser otra cosa de la que es”.
Los tratamientos de tránsito entre sexos y las operaciones de cambio sexual son algo muy moderno, y hasta hace poco estas personas tenían que guardarse sus sentimientos para sí mismas, o como mucho, practicaban el transformismo. Era lo habitual, y por eso esta nueva realidad puede llegar a chocar tanto a muchas personas. La transfobia también se entiende como parte del odio hacia las personas no heteronormativas, como gays o lesbianas, por el hecho de que muchos consideran que esas inclinaciones o identidades sexuales no son “lo normal”.
Cómo ser una persona trans en el siglo XXI
El rechazo de la sociedad hacia estas personas se basa en prejuicios que hunden sus raíces en la moral religiosa que ha imperado en los últimos siglos en nuestra sociedad. Las religiones mayoritarias han sido, tradicionalmente, muy cerradas a la hora de entender las cuestiones sexuales y de género. El matrimonio debe ser entre hombre y mujer. Las relaciones entre personas del mismo sexo son “desviaciones”. Una persona nace hombre o mujer, con un cuerpo determinado, y debe mantenerse así para siempre. Estos conceptos son parte de la base del pensamiento tradicional tanto europeo como americano, pero son ideas que, por fortuna, ya están deshaciéndose. En la actualidad, las cuestiones de género se ven desde un punto de vista más social que moral, y es importante para acabar con esos prejuicios.
Las personas trans cuentan, por fortuna, con mucha más protección en nuestros días. El mensaje de que la identidad de género es algo que podemos decidir, hayamos nacido con el cuerpo que hayamos nacido, ya se está haciendo fuerte en la sociedad. La cultura ayuda visibilizando la realidad de estas personas, y los avances están siendo notorios. Sin embargo, todavía hay mucho prejuicio en torno a las personas transexuales. Desde pensar que tienen un problema de “trastorno de la identidad” hasta rechazarles como parejas por el hecho de ser trans. Ocurre lo mismo en el terreno laboral, donde estas personas suelen ser apartadas de algunos trabajos simplemente por su condición, algo que es totalmente ilegal. Los problemas se siguen dando, y está claro que la sociedad todavía tiene mucho que aprender para proteger a estas personas.
La prostitución como única alternativa
El mercado laboral pasa por momentos bastante inciertos y complejos en casi todo el mundo. La crisis económica propiciada por la pandemia está a punto de explotar, y en muchos países las empresas no saben cómo enfrentarse a este problema. Si a eso le añadimos que hay ciertos grupos de personas que, por discriminación, tienen mucho más complicado encontrar un trabajo, la situación se vuelve insostenible. Aquellas personas en proceso de transición mientras están en un puesto de trabajo deben enfrentarse al escrutinio general de sus compañeros, o de la propia empresa, al querer cambiar de sexo. Por ley, las personas trans no tienen que hacer alusión a su condición en su currículum ni en ninguna entrevista de trabajo, ya que podría conllevar discriminación por parte de la empresa.
Las cosas están cambiando, pero hasta ahora, ese rechazo y esa marginación propiciaba que muchas personas trans tuvieran que acudir a la prostitución para sobrevivir. En España ha habido casos muy sonados, como Cristina La Veneno, una vedette que triunfó gracias a su talento como actriz y cantante, pero acabó en la calle por pura necesidad. El rechazo a las personas transexuales se puede seguir comprobando en el cine o la televisión, donde actores como Elliot Page (antes Ellen Page) han visto decaer su carrera al cambiar de sexo. La alternativa de la prostitución ha empujado a muchos trans a una vida desolada, triste y marginada, de la que renegaban siempre que podían. Pero las condiciones nunca han sido fáciles para estas personas.
Leyes a favor de la igualdad
La protección de las personas trans debe comenzar por la propia ley que equipare sus derechos a los de cualquier otra persona, en todos los aspectos de la vida. La igualdad debe ser la norma imperante en cualquier país que se denomine civilizado, y por eso cada vez son más los que están lanzando leyes para acabar con las discriminaciones.
El delito de odio contra las personas homosexuales o transgénero ya se da en muchos países, y también hay otros que han creado una ley integral para la protección de personas trans. Estas leyes, sin embargo, pueden resultar polémicas por su intento de “contener” una realidad compleja en unos cuantos párrafos. Sirven de ayuda para muchas personas pero pueden coartar la realidad de la identidad de género a unas simples normas.