En los últimos años, el consumo de pornografía ha aumentado en más de un 15%. Una cifra que puede no parecer demasiado alta, pero que encierra a millones de personas disfrutando de este contenido, especialmente jóvenes. Dentro de ese porcentaje, más de un 20% podría llegar a tener problema de adicción al porno, o incluso adicción al sexo. Es cierto que los expertos tratan de no comparar ambos conceptos, que son diferentes en realidad, pero están ligados a un mismo impulso, el del deseo sexual irrefrenable. Y es que a estas alturas, con una sociedad tan sexualizada como la que tenemos hoy en día, cada vez resulta más complicado diferenciar lo que es simple gusto por el placer con auténtica adicción. De hecho, cada vez es más difícil atinar con una adicción en un mundo en el que todos estamos obsesionados por algo.
La pornografía es una de las bases de esa posible adicción al sexo, porque el consumo obsesivo de este contenido hace que nuestros pensamientos se nublen ante el placer sexual. Hay muchos estudios que tratan de trazar la relación directa entre el porno y la obsesión por el sexo, algo que parece evidente. Sin embargo, la relación no es tan clara como podría parecer, y es que hay gente que sabe cómo canalizar esa experiencia con el contenido morboso a través de un sexo de buena calidad. Y en cuanto a la adicción al placer sexual, según los expertos solo se da cuando ese deseo irrefrenable por tener encuentros interfiere de manera negativa en nuestra vida. En las mujeres se conoce como ninfomanía, aunque este concepto también tiene mucha polémica a sus espaldas. La mayoría de adictos, sin embargo, son hombres, ya que parece que el varón está “predispuesto” a tener una visión mucho más obsesiva del sexo. En ocasiones, estos afectados ni siquiera se dan cuenta de lo que les pasa, y entienden que sentir tanto deseo es lo “normal”. En muchos casos deben buscar relaciones esporádicas, o incluso a profesionales del placer, para saciar todo ese deseo que llevan dentro.
El sexo, un pilar de la vida adulta
Uno de los puntos más difíciles de sobrellevar a la hora de hablar del sexo como una adicción es que, al contrario que otras sustancias, el sexo sí que es indispensable para una vida sana. Uno se hace adicto al tabaco o al alcohol pero no por razones de supervivencia. Sin embargo, todos los expertos señalan que el sexo es uno de los pilares fundamentales de la vida adulta. De hecho, una vida sexual sana y activa mejorará de manera evidente la propia salud del individuo, tanto física como mentalmente. Es indispensable para crear una familia y también para una relación de pareja estable y satisfactoria. Por eso, terminar en una adicción al sexo es algo tremendamente peligroso, al punto que la recuperación suele ser compleja. Porque al contrario que en otros casos, las personas que han sido adictas sí que vuelvan a probar de aquello que les provocó la obsesión, por ser algo natural en la vida de cualquier adulto.
Cuando el placer se convierte en obsesión
Para identificar esa adicción debemos centrarnos, sobre todo, en la forma en la que nos influye en nuestra vida cotidiana. Como ya hemos comentado, el sexo es algo natural en la vida adulta, y es lógico que tenga un papel importante en nuestros pensamientos. Sobre todo en una etapa más juvenil, donde las hormonas, de hecho, nos empujan a entregarnos al placer con la mayor asiduidad posible. Queremos experimentar, disfrutar de esos placeres, aprender cosas nuevas… Y hay momentos en los que parece que solo estamos pensando en sexo, sexo y más sexo. Sin embargo, el paso del tiempo y las experiencias nos permiten naturalizar esos pensamientos. De no hacerlo, de estar obsesionados con el deseo sexual también en la vida adulta, se puede llegar a esa adicción.
Y esto no es solo de pensamiento. La mayoría de adictos son activos sexualmente, demasiado de hecho, y suelen tener muchos encuentros sexuales. Puede ser en pareja, y es que muchos piensan que el adicto al sexo es un mujeriego empedernido que busca cada día a una mujer diferente. Esto no tiene por qué ser así, dado que lo único que necesita esa persona es saciar sus necesidades placenteras. Si su pareja puede seguirle el ritmo… estupendo. Pero cuando esta obsesión pasa a ser algo preocupante, que ocupa buena parte del tiempo que tiene esa persona, que le afecta en su rendimiento en el trabajo, en su vida cotidiana… Todo se vuelve mucho más peligroso, y el sexo pasa de ser algo divertido y placentero a algo absolutamente obsesivo.
Una adicción que puede llevarnos al infierno
Aunque muchos todavía lo nieguen, existe la adicción al sexo, cuando se llega a ese punto de obsesión que nos impide realmente disfrutar de algo que en realidad nos encanta. Porque como en cualquier otra adicción, al final tenemos sexo solo para calmar nuestras ansias, para evitar el “mono”, y no para disfrutarlo de verdad. De hecho, el hacerlo tan seguido provoca cambios en nuestra manera de entender el propio placer sexual. No hay ya tanta pasión, no hay sorpresa, es todo una búsqueda incesante de una emoción que parece imposible de conseguir después de abusar tanto de ella. La adicción al sexo puede ser terrible para una pareja, pero también para un hombre que no pueda luchar contra ella.
En muchos casos, los afectados ni siquiera quieren acudir a un especialista, por miedo o por vergüenza. Eso provoca que jamás se le ponga solución a un problema que también puede llevar a una ruina económica, por perder el trabajo o por gastar demasiado dinero en servicios sexuales. La adicción al sexo es más común entre hombres poderosos con buen poder adquisitivo, ya que no tienen tantas limitaciones a la hora de poder disfrutar del placer cómo y cuando quieran. Han sido muchos los actores y cantantes reconocidos que han pasado por terapias para acabar con dicha adicción y dejar atrás el mundo de las prostitutas de lujo y las infidelidades.
¿Cómo tratar la adicción al sexo?
Actualmente hay muchos terapeutas especializados en sexología que pueden ayudarnos en caso de caer en este tipo de adicción. De hecho, es bastante común acudir a terapia para sanar nuestra manera de enfrentarnos al sexo, buscando el origen de esa necesidad, para saber gestionarla y que no se convierta en una obsesión. Es un trabajo duro y arduo, pero con voluntad y la ayuda de un profesional se puede conseguir salir adelante. De hecho, la mayoría de personas que sufren adicción al sexo han logrado escapar de esa obsesión gracias a este tipo de terapia. Será diferente según el paciente, pero en todas se enfoca la necesidad de entender el sexo como algo natural, y no como una obsesión malsana. Uno de los primeros pasos suele ser, de hecho, dejar de ver porno por un tiempo, para ver cómo nos afecta.