Los jóvenes que se inclinan por cursar sus estudios en un país extranjero -tanto desde los primeros años de carrera o solo al final de la licenciatura- lo hacen después de ponderar los pros y los contras de esta decisión.
Algunas de las causas por las que, finalmente, se deciden a hacer las maletas y emprender la aventura de ser un estudiante en un país desconocido, suelen estar entre estos motivos:
Vivir una aventura. Salir de nuestra zona de seguridad, liarnos la manta a la cabeza y emprender un viaje que nos llevará a ampliar horizontes, conocer nueva gente y aprender de las costumbres de un país distinto.
Aprender un nuevo idioma. Suele ser la razón favorita de los estudiantes que se matriculan en el extranjero. Si ya posees una base de conocimientos sobre él, mejorarás la pronunciación y alcanzarás mayor fluidez.
Ser autosuficiente. Ya que quieres vivir tu propia vida, deberás enfrenarte solo a sus retos, desde los más sencillos como cumplimentar procedimientos burocráticos, a moverte por la ciudad, desenvolverte en oficinas y despachos, hasta hacer la compra, prepararte la comida y lavarte la ropa solo/a.
Conocer una nueva cultura. Lo que significa entender las tradiciones del sitio al que vas, respetar sus reglas sociales, tratar de entenderlas y mostrarte con respeto por ellas.
Mejorar tu CV y adquirir habilidades nuevas. Estudiar en el extranjero es una buena carta de presentación cuando regresas a tu país y explicas tus experiencias, tanto en el ámbito de la formación adquirida, en las habilidades aprendidas y tu capacitación para adaptarte a entornos nuevos.
Ampliar tu red de influencia. Y esto pasa por ensanchar tu círculo de amigos y tus contactos profesionales.
Como fuente de crecimiento personal. Al enfrentarte solo al reto de estudiar fuera de tu país, habrás superado una difícil prueba de maduración en la que aprendiste a sobrevivir solo y saber encajar tanto los aciertos como los errores cometidos durante la aventura.
Estos son algunos de los motivos, veamos algunos consejos.
Elige bien tu destino
A lo mejor eres de sangre caliente e irte a Noruega o Finlandia no es lo más adecuado. O te gusta la buena mesa y por eso lo mejor son los países con dieta mediterránea.
Piensa bien cuáles son tus gustos o tus habilidades sociales, y elige el destino que se adapte mejor a tu personalidad, si eres de museo o de discotecas, de pandilla de amigos o de vida más sosegada frente a una chimenea y una buena conversación.
Asegúrate un lugar en el que vivir
Cuando los alumnos planean irse a vivir fuera de su país durante un año o toda una carrera, debe decidir cuál va a ser el sitio donde pase tanto tiempo fuera de las aulas.
Primordialmente, hay tres tipos de alojamiento en los puedes hospedarte:
Convivir con familias nativas. Son ideales para perfeccionar el idioma del país, no sentirse solo y vivir lo más parecido al calor del hogar.
Las residencias de estudiantes. Te da más libertad para entrar y salir del sitio donde te hospedas, pero, al mismo tiempo, te arriesgas a que te relaciones con chicos y chicas de tu mismo país y te pierdas lo mejor de la inmersión cultural y lingüística de la nación a la que te has ido a estudiar para aprender sobre su idioma y sus costumbres.
Las casas compartidas. Esta opción solo es aconsejable cuando tu estancia va a ser muy larga, tu nivel del idioma nativo es bastante alto y tienes don de gentes como para convivir con extraños y no morir en el intento.
Pon en regla tus documentos médicos y la identidad
La tarjeta sanitaria europea te permite viajar con la seguridad de que, si caes enfermo y la sanidad es universal y pública, está a cubierto. Si vas a países donde la sanidad es privada como los Estados Unidos, estudia bien cuáles son las posibilidades que tienes para suscribir un seguro médico que cubra estos imprevistos.
Si te vas fuera, ten los papeles en regla: documento de identidad, pasaporte, y todos aquellos otros requisitos burocráticos que se te exijan en el país de destino para que estancia en el país cumpla con todas las obligaciones legales.
Ten una buena base de inglés
No trates de engañarte ni de engañar a los responsables de la academia donde vas a estudiar haciéndoles ver que tu nivel de conocimiento del idioma es superior al que realmente posees.
En todos los sitios te harán una prueba sobre el dominio del idioma que tienes. Acepta el dictamen y comienza a estudiar a partir de ahí. Te será más fácil progresar sobre bases que domines.
Conoce la ciudad
Unos versos del cantautor uruguayo Quintín Cabrera dice que las ciudades son libros que se leen con los pies.
Para conocer la ciudad hay que patearla, recoger su polvo, empaparte de su lluvia e impregnarte de su barro. Recorrerla a pie de arriba abajo, desde el corazón financiero donde se acuerdan negocios millonarios o las callejuelas del barrio antiguo donde se cocinan los mejores guisos y están las tabernas y los parques con más encanto.
Explora el sitio que será tu hábitat de vida durante el siguiente o los siguientes años y conócelo como si fueran las calles donde te criaste. Empápate de su cultura y las costumbres de sus gentes.
En este conocimiento de la ciudad de acogida, aprende a moverte también en transporte público: metro, autobús, tranvía, etc.
Aprende dónde coger la parada de bus o la estación de metro más cercanas a tu domicilio. Ten a mano siempre un horario de autobuses o un plano con el recorrido del metro para que aprendas a moverte sin que acabes en un barrio chungo a las tres de la mañana.
En esta entrada hemos tratado de motivarte señalando algunas de las razones que escogen los estudiantes a la hora de decidirse a estudiar en el extranjero, así como sugerirte cómo debes prepararte para afrontar este reto que solo los más osados suelen afrontar con decisión.